Donnerstag, Juni 22, 2006

¿Dónde está tu dios bursatil ahora?

Entre el mundial, los cursos de verano, y actividades extras esto se ha quedado algo abandonado.

En repuesta a una breve entrada anterior, el galardonado publicista Rafa Walls me amonestaba con justa razón por desdeñar los extraños dialectos que se hablan en España. Y también recalca que es una de las grandes vergüenzas de los últimos 200 años.

Sin embargo la desaparición de idiomas no es algo exclusivo de los últimos 200 años, es algo que ha ocurrido constantemente durante la historia humana. No por nada a los idiomas se les compara como seres vivos, que nacen, evolucionan y finalmente mueren. Es algo inherente a la naturaleza de los idiomas. Es verdad que últimamente el proceso se ha acelerado en aras de la colonización, el imperialismo, y en última instancia la integración. Y al decir últimamente me refiero a los últimos 500 años en que la colonización y el expansionismo se volvieron tan atractivos y sobretodo pausibles. Y no quiero decir con esto que no tenga importancia la desaparición, pero muchas veces no es factible mantener vivas estos idiomas o lenguas.

Que una lengua muera no significa necesariamente que esta deje de existir, y tenemos como ejemplos famosos el latín o el navajo. El latín es ampliamente usado, sin embargo es una lengua muerta. ¿A qué voy con esto? Que en mi opinión todos estos idiomas, lenguas y dialectos deben ser documentados, estudiados, asimilados y archivados. De esta manera se podría generar un rico acervo que preservaría el conocimiento, la sabiduría y la cultura contenidos dentro de estas alocuciones. ¿Qué se lograría? Darle inmortalidad a los dialectos, independientemente si deja de existir una población que hago un uso activo de ellos.

Y es que no es posible oficializar y hacer que una población hable todos las lenguas que se hablan dentro de su territorio. En el caso de México son 62 lenguas indígenas que además cuentan con variaciones regionales muy marcadas. No me imagino hablando 62 idiomas. No me imagino que para que se tuvieran que hacer negocios, transacciones o simples viajes dentro de la república se tuviera que aprender y traducir 62 lenguas diferentes además de sus variantes. Y a eso me refería con mi crítica hacia la defensa y división de las lenguas en España, no es práctico tener más idiomas oficiales.

Siempre me ha parecido impresionante la cantidad de idiomas que se hablan en Europa, un espacio tan reducido de tierra, de terreno. El ser políglota en Europa no es una opción es una necesidad. Y lo más curioso es que el origen de estos idiomas principales se puede rastrear hacia un puñado, que fue establecido por la fuerza principalmente por el imperio romano, y que fue evolucionando regionalmente hasta convertirse en sonidos similares en esencia pero diferentes al escrutinio minucioso. Es un proceso que podemos observar muy de cerca con los famosos “acentos”. Ese es el primer paso hacia una diferenciación más marcada que degenera al paso de los años en dialectos y lenguas diferentes, como una muestra más de nuestra eterna necesidad de identificación y pertenencia a un grupo, y al mismo tiempo de individualidad.

¿Qué determina nuestro interés en aprender una lengua ajena a la nuestra? Además de elementos emocionales que guían a la minoría de los políglotas, la principal razón es monetaria. ¿Por qué preferimos aprender francés, alemán, italiano, mandarín o japonés en vez de aprender náhuatl, maya, zapoteco, otomí, mazahua o cualquier otro? Simple y sencillamente porque percibimos que las primeras nos darán un beneficio económico aparte de la posibilidad de estatus. Es curioso que él único primer mandatario en México que ha aprendido a hablar náhuatl no era mexicano, era francés. Y fue mandado a fusilar por un indígena, nuestro más venerado dictador (ser dictador no es algo necesariamente malo).

Cambiando de tema, pero siguiendo con los indígenas, la mayor parte de esta población basa su actividad económica en la agricultura. Esto es un error, dado que la agricultura a pequeña escala no es negocio, y los pequeños productores siempre se verán expuestos a abusos por parte de los intermediarios; un claro ejemplo es el café. El café lo compran a precios risibles para que después nos lo vendan en una cafetería a un precio absurdo, atascado de caramelo y azúcar.

Además siempre está la amenaza de los productos agrícolas extranjeros, que gozan de enormes subsidios por parte de sus gobiernos haciendo imposible competir tanto en precio como en producción. Como toda industria, una producción agrícola eficiente, competitiva y sustentable requiere de cuantiosas inversiones, de capital que el pequeño productor no posee. Es por eso que tanto se pregona la necesidad de crédito al campo y se repite hasta el cansancio. Pero para parcelas pequeñas o de tamaño limitado, muchas veces este crédito o inversión no se justifican, a menos que se vaya a plantar coca o marihuana, que son especies vegetales muy redituables. Existe otro camino, que es abandonar los campos. ¿Para qué seguir trabajando algo que no genera rendimientos? Lo mejor sería entonces buscar otra actividad que sí los genere. Es el modelo que han seguido varias comunidades y que ha funcionado bien. Integrar a toda la comunidad en una cooperativa que se dedique a un nicho de negocios específico como la producción artesanal de cualquier bien que genere demanda. Así las comunidades se integran como entes empresariales que generan mucho más bienestar a su población del que lo haría seguir trabajando afanosamente los cultivos, para tenerse que encontrar con los abusos de las mafias que controlan los mercados centrales, con los altos costos de transporte, con los bajos costos de los competidores, con las prácticas desleales que existen en la industria agrícola.

Para sobrevivir en este mundo ingrato e indiferente, el indígena debe dejar de ser campesino y convertirse en empresario,

P.D.

Con todo el dolor de mi corazón, mi orgullo y mi honor, tarde me doy cuenta de el error que cometí. Y de hecho no me doy cuenta, el maestro tuvo a bien corregirme. En el cuerpo de esta entrada afirme que el mandatario, que el emperador había sido francés, completamente falso. El mandatario era de nacionalidad austriaca pero fue impuesto por franceses. Me disculpo y agradezco la corrección.

1 Comments:

At 7:04 PM, Blogger vFig said...

El emperador era austriaco -y no me refiero al parecido de Ratzinger (AKA Benedicto XVI) con Palpatine.

 

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