Samstag, April 19, 2008

Bleib hier

La ignorancia lleva a la felicidad. En serio. Me di cuenta de ello al ver lo culpable que me siento cada vez que estoy cocinando y en un par de minutos ya llené medio bote de basura. Iba a escribir que la gente era más feliz cuando no sabía todas las repercusiones que tenía el generar tantos desperdicios; no es cierto, la gente nunca
ha sido feliz. Pero era una cosa menos por la cual preocuparse. Tal vez sea necesario abordar el tema desde el otro enfoque. La gente no se sentía tan culpable. Sí, parece que eso es correcto.

Ahora cada que voy conduciendo no puedo evitar ir checando el medidor de combustible. Ahí me siento culpable por el uso de combustible y lo que me va a salir llenar el tanque nuevamente. Y con lo que disfruto la velocidad. Si no supiera que ir acelerando consume más combustible, manejaría más a gusto, más contento. Sin culpas vamos. Lo mismo sucede en un embotellamiento, cuando pienso en toda la contaminación que estamos generando colectivamente. O cuando veo los 3-4 lugares vacíos en mi auto y pienso que podríamos ser menos coches. Aunque por otro lado, no soy chofer de nadie. Jejeje. Bueno, a veces.

Supongo que las empresas tienen cargos de conciencia menores cuando no saben los estragos que causan sus actividades en el ambiente o en las personas. Ojos que no ven, corazón que no siente. Eventualmente los estragos salen a la luz y puede que no se haga nada al respecto, que la gente que debería ser enjuiciada y condenada quede impune, pero algo debe quedar en sus conciencias. Claro, el dinero es una buena medicina para esas molestias del alma, pero me gustaría pensar que sufren un poquito por el mal que causan a terceros. Que causamos. La forma más sencilla para evitar sentir culpa es la colectividad. “Todos lo hacen”, “Que yo lo haga no va a cambiar nada”, “Pues sí, pero así funciona esto”. Nuestras actividades contaminantes o perjudiciales no llevan una firma que nos identifique, se funden en el daño colectivo.

Si fuera en un avión, y algo en él hubiera fallado que podría desencadenar en desastre, ¿me gustaría tener conocimiento sobre ese algo? Iría tenso todo el vuelo esperando que ese fallo termine con el vuelo. Pero ¿y si no sé nada? Pues entonces todo sería felicidad hasta que ese algo fallara fatalmente. Y puede que no lo haga y entonces termine un buen viaje, en vez de terminar una pesadilla en donde baje besando el suelo y jurando no volver a subir a un avión. La ignorancia me hace feliz.

Otro buen ejemplo son las salchichas en lo específico y los embutidos en general. Hay una cita, atribuida a algún estadista cuyo nombre no recuerdo ahora, que reza “la política es como las salchichas: es mejor no saber cómo se hace”. Muchos dejarían de comer salchichas si supieran el método de fabricación de las mismas. O de la salsa búfalo. O de los nuggets de pollo. O qué pasa realmente en las cocinas de muchos restoranes. Un amigo me decía “mira, para mí la comida viene de un lugar feliz, no me interesa saber la verdad”. La mayoría conoce las oscuras leyendas alrededor del pulque. Tal vez a ellas se debe su continua desaparición y marginación dentro de la dieta nacional.
No solo es qué hay dentro de las cosas, sino cómo se consiguieron éstas. Por ejemplo, creo que unos tennis deportivos no se sentirían tan cómodos si se supiera que un niño en condiciones infrahumanas y con un sueldo mínimo los fabricó a muchos kilómetros de aquí. Y que las posibilidades para mejorar de ese niño son muy escasas. Tal vez no sabría tan bien una taza de café si supiéramos que a quien estuvo 8 o más horas piscando vainas le pagaron menos de lo que nos costó esto que ni siquiera está en una taza decente sino en un envase de cartón. Que mucha sangre se derramó cuando se extraía de la tierra el diamante que ahora nos disponemos a portar (si ese es el caso, que sea en algo bonito, en algo con clase, algo que no se pueda llamar “bling”, por piedad, por respeto al diamante).

¿Es realmente excusa decir “es que yo no sabía”?. Se dice que ignorar las leyes no implica poder infringirlas. No es culpa de las leyes que uno no las conozca, es culpa del que no se informó adecuadamente. Pero para qué adquirir conocimiento, si este solo nos alejará de la anhelada felicidad. Vamos, el mismo Facundo Cabral avala la ignorancia en su bonita canción “Yo no vendo, yo no compro”:

No me importa tu fusil
Ni el cañón de tu enemigo
Dos males no significan
Un bien en ningún sentido
No sé leer, ni sé escribir
Pero atención yo se de mí
Y de Tandil, ¿qué más pedir?

(coro)
Yo no vendo, yo no compro
Yo no cambio, yo no estorbo
Yo no presto, yo no escondo
Y por eso soy feliz

El hombre no sabe nada
Solo el tiempo es testigo
El hombre solo camina
El tiempo es el camino
Nunca pensé a dónde voy
Pero atención, sé donde estoy
Conozco el sol y una canción

(coro)

Para mí ya no hay rebaño
Por lo tanto no hay pastor
Para mí ya no hay esclavos
Por lo tanto no hay patrón
No sé sumar, ni sé restar
Pero atención, conozco el mar
El mar, conozco el mar, conozco el mar
Y a una mujer conozco
¿Para qué más?

(coro)

¿Qué quién es Facundo Cabral? Cantautor argentino, que se dio a conocer en México con canciones de amplio contenido reflexivo y filosofía que podríamos llamar “callejera”. Y entonces, ¿por qué no ser ignorantes y felices? Porque la ignorancia vendrá a nosotros intempestivamente para explotarnos en la cara.

Un buen ejemplo es la siguiente tira, que se encuentra en threepanelsoul:




Ian no tenía posibilidad de saber que Bill lo había jodido. Inadvertidamente su ignorancia le daba tranquilidad. Hasta que la situación impidió que desarrollara su vida de forma normal. Si Ian hubiera sabido lo que pasaba, tal vez pudo elegir otro medio de transporte y evitarse la pena. Es común que uno se encuentre en la carretera y de pronto, todos aminoran la velocidad o se detienen y solo queda hacer conjeturas de qué habrá pasado. Y muchas veces uno va en el sentido contrario y ve un súper atorón, y cuando avanzamos y vemos a todos aquellos que se dirigen hacia la bola solo pensamos “la que les espera”.

Lamentablemente no podemos ser omniscientes y amargados. La mayor parte de la gente no quiere serlo. Qué tal la siguiente oferta: “Puedes tener conocimiento absoluto, pero nunca podrás alcanzar la felicidad”. En mi caso sería una decisión sencilla, pues la segunda opción me tiene sin cuidado. Creo que es más importante generar conciencia, tener conciencia, que darle la espalda a la realidad, a los problemas, a las malas noticias. Es como quien no hace testamentos /compra servicios funerarios / se ofrece como donador de órganos/ compra seguros, para no salarse. Menuda tontería.

4 Comments:

At 3:07 PM, Blogger vFig said...

Has dicho.

 
At 11:25 PM, Blogger Unknown said...

"...Take the blue pill, and I'll show you how deep the rabbit hole goes."
-Morpheus-

"Ignorance is a bliss"
-Cypher-

 
At 1:36 PM, Anonymous Anonym said...

oh gran nation gracias por sus disertaciones tan profundas

 
At 2:08 PM, Blogger Unknown said...

LAS PERSONAS MAS FELICES VIVEN EN LA IGNORANCIA Y LAS MAS TRISTES EN EL MUNDO EMO DE LA REALIDAD.

 

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