Sonntag, August 20, 2006

You will come to find we are all one mind

En estos momentos de agitación política y supremacía del mercado y sus vicios quisiera tocar un tema al que le he estado dando muchas vueltas desde hace ya algunos meses, que es, la rebeldía.

La rebeldía es una marca registrada inventada en los 50’s, que resultó extremadamente popular entre los jóvenes. Desde entonces ha sido explotada con muy buenos resultados, al menos en términos de ganancias. El efecto que tiene a diario en las jóvenes mentes es inconmensurable. Lo iba a llamar daño, pero decidí dejarlo en efecto, no me vayan a acusar de viejo fascista (no es que realmente me hubiese molestado).

Y digo jóvenes porque los adolescentes son los que acatan este tipo de publicidad. Es la etapa de la vida en la que uno intenta desmarcarse de sus padres, y empezar a ser “uno mismo”. Pero como somos animales sociales, entonces se buscar ser “único” a través de asemejarse a los demás del grupo. Se generan grupos de “rebeldes”, que visten igual entre ellos, frecuentan los mismos lugares, hablan igual, compran lo mismo, consumen de manera similar. Cualquier mercadólogo con dos dedos de frente puede ver que esto es una gran oportunidad, y que lo único que hay que hacer es generar los medios para alimentar esta rebeldía. Un caso emblemático es MTV. Aunque solo es un canal, MTV se anota como generador de una cultura y marcador de tendencias. Su soberbia es impresionante. Sin embargo tienen de qué jactarse. MTV es un promotor activo de una vida despreocupada, desenfrenada, libertina. Y para toda persona en busca de romper las reglas, de oponerse al sistema, etc, etc, esto es genial. MTV genera su propio mercado, lo moldea, o amolda, y entonces muchas marcas toman provecho de una población amansada y receptiva.

Vemos constantemente campañas publicitarias basadas en “rompe las reglas” “haz tus propias reglas” “sé tú mismo”. ¿Y cómo sugieren que hagamos eso? Pues, obviamente, consumiendo el producto en cuestión. Y entonces los que quieren ser originales y hacer sus propias reglas se unen a la clientela cautiva del producto, se unen a los “rebeldes”. Sí que saben como ser originales. Como diría alguna vez un amigo en completo tono sarcástico “uy, bájale a tu desmadre”. Bueno, hace poco me crucé con una frase genial en el campus donde estudio. Era un anuncio de GM que decía “los ganadores no siguen las reglas, las imponen” uorales, eso suena bien acá, bien poderoso, ¿no? Pero si la leemos con más detenimiento, vemos que realmente a quien hace eso no le llaman “ganador”, generalmente le dicen “tirano”.

Como efecto colateral, se crean actitudes ingenuas, tontas o en el peor de los casos, peligrosas. En los 60’s creían genuinamente que una canción, o muchas, y festivales donde se pregonara el amor y la paz, podrían cambiar y mejorar al mundo. No dudo que lo hayan transformado y que hayan marcado muchas generaciones, y que hayan producido mucha buena música. Pero el mundo no se cambia a través de buenas intenciones, de canciones cursis y del consumo desmedido de drogas, sino a través de trabajo duro, de cambiar actitudes, de meter las manos y ensuciarse con el sistema. Los hippies no detuvieron la guerra en Vietnam, por más que se quejaron. Por cierto, Jimmy Hendrix apoyaba la guerra y odiaba al viet-cong.

Un ícono inconfundible y omnipresente en los artículos con tintes “rebeldes” es el Che Guevara, comandante Che Guevara. Y vamos, ni siquiera el Che completo, sino una foto en particular que se imprime sobre cualquier cosa, en cualquier lugar. Esa silueta inconfundible que inmediatamente nos remonta a la lucha contra el sistema, contra el imperio y en pro de los débiles, del pueblo. Pero el hecho de que sea solo esa silueta lo que veamos de él hace pensar que los compradores de dichos productos realmente no conocen al Che Guevara, qué fue lo que hizo, en qué participó y por qué se convirtió en un ícono. Simplemente se usa como se usaría un winnie pooh, un mickey mouse o una chica super poderosa: como un adorno para vender un producto. Imagínense si cobrara regalías. De hecho si se cambiara su lápida por un gran magneto y se enrollaran sus restos con cobre, su tumba generaría energía cada vez que empezara a retorcerse al ver lo que ha pasado con su imagen.

En México los creativos de Televisa no trataron de ocultar su tirada, fueron al grano, a lo que van, a lo que te truje chencha. Le pusieron a su telenovela “juvenil” Rebelde. Así o más claro? Así así. Y fue un hitaso, un fenómeno. Claro, después fue desbancado por la fea más bella (alguna fascinación tenemos con el síndrome del patito feo) pero durante un buen rato la gente respiraba rebelde. Y todos los jóvenes rebeldes eran fieles a la banda, la serie, la mercancía, la revista. Obtuvimos como íconos y modelos a seguir, como fantasías de taller mecánico a un par de sujetas que en todo momento están escasamente vestidas, una con el cabello teñido y voz y actitud de niña tonta y otra exanoréxica sobretostada que causa escalofríos al verla sonreír (sigh, tan bonita que era unos cuantos años antes. No sé por qué se les ocurre que la anorexia es lo fresh, es lo in, y destrozan la bonita imagen que tienen. Y encima se pintan el cabello de wero, dumb blondes). Devaluaron tanto la palabra rebelde, que tal vez tengamos que acuñar otra que signifique lo mismo.

Otra forma de rebeldía, más allá de la mercadológica, pero que se complementa y se tiene muy arraigada en esta sociedad es la rebeldía per se. Pareciese que somos genéticamente, intrínsicamente dadaístas. Nos fascina destruir, ya sea cosas tangibles, o reglas establecidas, normas, estatutos, etc. Sentimos una satisfacción especial por hacerlo, nos ufanamos cada vez que lo realizamos y salimos impunes, nos gusta festejar nuestra estupidez. Desde la cosas más simples como robarse un chicle del oxxo, irse sin pagar de lo tacos, hacer trampa en un examen, en un trabajo, pasarse el alto, tirar la basura en zonas indebidas, arrojar basura por la ventanilla del coche, estacionarse en zona indebida, robarse las cosas de la oficina, meter gastos personales como gastos de la empresa, evadir impuestos, derramar aguas sin tratar en el mar, derramar desechos en lagos y ríos, manejar estando ebrio, robar, violar, asaltar, secuestrar, malversar fondos, robarse el erario, traficar, defraudar, usar fondos de ayuda a damnificados, revender donaciones, robarse el cable, usar diablitos, no registrar taxis, pedir mordida, etc etc etc. Y no importa cuál de estas cosas hayamos hecho, sea abominable o “una simple travesura” nos vanagloriamos de lo chingones que somos, nos sentimos mejores que los demás. “Sí a huevo, soy una verga, no me cacharon”. Y se considera tonto a aquel que sigue las reglas, que sigue las normas. Es como aquel cuento en dónde todo el pueblo considera loco al único que realmente está cuerdo.

Nos sentimos tan ofendidos, tan preocupados cuando escuchamos sobre la inseguridad, sobre como los políticos se roban el dinero, sobre las injusticias sociales. Pero no nos damos cuenta que lo que aquellos han hecho solo son amplificaciones de nuestros pequeños pecados. Simplemente ellos han magnificado las actitudes que llevamos día a día, se han emocionado y lo han hecho en grande. Y queremos sus cabezas, y tenemos razón en quererlas, en clamar porque se les haga pagar, porque obtengan su justo castigo, en desear su eliminación como parte de la sociedad. Sociedad que lo creó y que le dio todas las bases para hacer las cosas, estos sujetos solo refinaron los modos, desarrollaron las técnicas. Hay un maleante en cada uno de nosotros, y lo vemos a diario, lo festejamos a diario.

Es tal la desesperación, la decepción en las instituciones que deberían velar por nosotros y protegernos que muchos han caído en el espejismo del Mesías que vendrá a quitar la corrupción de este país, a quitarle a los malditos ricos sus privilegios ganados de maneras fraudulentas, a eliminar los corruptos políticos, a limpiar la policía y todo el poder judicial (es inaudito que en quienes confiamos menos son quienes se suponen deben preservar el orden e impartir justicia). El Mesías que viene a cambiarlos a “ellos” que están mal, que hacen todo mal y con dolo, ellos. ¿Por qué será que los vemos tan lejanos? Nos parecen tan distantes. Nosotros no podemos ser así, no, nosotros solo efectuamos males menores, pequeños deslices, nada grave. Nosotros no podríamos hacer todas esas cochinadas, ¿verdad? , ¿verdad???!!!!?????. Si este supuesto salvador pudiera hacer todo eso, una de dos, o puede dominar las mentes, manipularlas y hacer que la gente deje de infringir las reglas, o piensa exterminar el 99% de la población. Dado su nivel de demencia, lo segundo suena más factible.

A veces olvidamos que las reglas no se hicieron para romperse. Se hicieron para lograr una convivencia adecuada entre la sociedad. A veces olvidamos que nuestra libertad termina donde comienzan los derechos de los demás. Hay acciones y actitudes que tienen tan poco sentido, que son tan inútiles por donde se les mire que simplemente no las puedo comprender. Muchas veces la respuesta de por qué realizar una acción así es “por diversión”. Pienso que la diversión o el intentar divertirse nunca debe ser tomado como excusa para llevar a cabo estupideces. Cosas como destruir mobiliario, señales de tránsito, propiedad ajena, rayar coches, destruir alumbrado público con pistolitas, torturar gatos ( o cualquier animal por añadidura), molestar / vejar personas, llenar con papel mingitorios para que se tire el agua, hacer operación hormiga con las pesas de un gimnasio, etc, etc, solo demuestran la inutilidad de la vida de la persona que las realiza.

Porque además, no solo somos felices haciendo travesuras. Eso no nos llena del todo, siempre hace falta algo, que es joder al prójimo. Hay que aceptarlo, la miseria ajena nos llena de gozo, nos llena de felicidad. Joder a todos los que pueda, lo más que pueda, y evitar que me jodan. Es como un mantra que recitamos cada mañana, y que guía nuestras acciones cuando hay más gente involucrada. Lo único que nos interesa es el beneficio personal, y si aparte puedo fregar a otro, pues que mejor. Es como un bonus, la cereza en el pastel. Que si tapo calles para hacerme escuchar y con eso aparte me cargo a todos los que tenían que transitar por ahí, pues ya la hicimos, dos pájaros de un tiro.

Estamos diseñados para autodestruirnos como sociedad, a menos que abramos los ojos.

Freitag, August 11, 2006

Ich warte auf dich

Esta vez no les daré la receta secreta para hacer un mundo mejor. Si son melómanos como aqui su servilleta ( que seguramente lo son porque lo primero que todo mundo responde cuando se le pregunta por sus hobbies e intereses es "la música"), les habrá pasado que sienten la necesidad, la urgencia, de escuchar nueva música. Sin embargo son tan variadas y tan pero tan numerosas las propuestas, que buscar música que nos guste se puede convertir en una tarea muy dificil e incluso frustrante.

Estoy seguro que tienen algunas canciones que les fascinan, y muchas veces uno espera, casi reza, porque el artista siga por esa línea y cree más canciones geniales del mismo tipo. Y entonces, llegamos a comprar un disco (aquellos que aún lo hacen) o bajar muchas canciones del artista, y nos encontramos que toda su demás música no nos gusta o no es como la esperábamos basados en el sencillo que escuchamos. Y entonces ya hasta da miedo comprar discos o bajar muchas canciones.

Pues bueno, encontré (ok, el newsweek me informó) de una página que analiza las características de las canciones y de los artistas. Entonces uno entra, da el nombre de una canción o de un artista y la página crea una estación online que toca canciones similares a la canción o artista que le alimentamos. De esta manera, las posibilidades de que escuchemos música que nos agrada son altas. La página es www.pandora.com.

Ciertamente este es un salto enorme de las estaciones de radio online comunes. Uno quería escuchar música pesada y solo podía elegir la estación "rock" que tocaría música aleatoria que muy posiblemente contendría mucha música no agradable. Supongo que es otro triunfo de la personalización del servicio al cliente.

Freitag, August 04, 2006

I only dream of you

Debo confesar que acudí a ver “El código Da Vinci”. No voy a criticar la película en sí, no necesito hacerlo, estaría de más. Lo que quiero criticar es una escena muy específica dentro de la película en la cual Tom Hanks (con todo y su ridículo peinado) se está afeitando. Y ohh, para horror de mi persona, deja el grifo abierto mientras se rasura. Desperdicia litros y litros de agua de una manera estúpida. Sinceramente me horrorizó, fue algo indignante, ultrajante, todo un horror. Espero con toda mi alma que no haya gente que lo imite.

El despilfarro que hacemos de agua potable es alarmante, es algo que todos criticamos, pero nadie hacemos algo real al respecto. He escuchado historias espantosas de gente que deja la llave abierta todo el tiempo que se está lavando los dientes. Teniendo en cuenta que es uno de los recursos más importantes para mantenernos vivos, la forma en que desperdiciamos dicho líquido es suicida. Un observador externo, un alien, pensaría que estamos locos, que nuestra forma de actuar es irracional, sobre todo si fuera el señor Spock.

No importa cuantas campañas se hagan a favor de cuidar el agua, no lo haremos hasta que sea un bien escaso y por lo tanto valioso. Sin embargo ese valor se le puede dar artificialmente, al cobrar lo que realmente cuesta llevar el agua a nuestros hogares y que realmente paguemos por cada gota que estamos usando. Si se cobrara incluso un poco más, los ingresos extras se podrían usar para dotar de este vital líquido a las comunidades apartadas que lo necesitan. La reubicación de estas comunidades apartadas también debería ser prioridad, o la creación de vías de acceso confiables a estas comunidades, lo que resulte más factible y benéfico para todos.

Al hacer más caro el consumo de agua potable, su uso no necesariamente tiene que disminuir, sino que se puede hacer más eficiente. Un paralelo claro lo podemos encontrar con la gasolina. Los altos precios del petróleo y por consiguiente de la gasolina han orillado a que esta se use de formas más eficientes. Los motores pequeños pero con buen caballaje ya son algo común. Se han desarrollado tecnologías híbridas que dan muchos más kilómetros por litro de combustible. Los hábitos de manejo cambian y en todas partes se ven consejos de cómo reducir el consumo de combustible.

En el caso del agua hay infinidad de lugares en dónde uno encuentra posibles puntos de mejora y de un uso más eficiente. Lo podemos ver dentro de nuestros hogares. Por ejemplo las tasas de baño no necesitan tanques tan grandes y el agua que ocupan no tiene por qué ser potable, podría ser agua tratada de la que se usa en el lavamanos o en la regadera. Cuando estamos esperando a que salga agua caliente en nuestras regaderas, toda el agua que sale en ese lapso es un desperdicio. Lavar el coche, o lo que es mucho peor los patios con manguera es una irresponsabilidad. No podemos olvidar tampoco que las industrias juegan un papel mayor en la contaminación de fuentes de agua potable. Legislaciones severas y su aplicación real son urgentes, así como incentivos fiscales y subsidios a empresas que sean amigables con el medio ambiente.

El mensaje es sencillo, cuiden el agua.

what they say might hurt you

Bueno, después del letargo generado por unas bien merecidas vacaciones y cierta obsesión por ver anime, aquí estamos nuevamente.

En el transcurso de un par de meses me he encontrado con que mi blog tiene comentarios a las entradas. Sin embargo varias cosas extrañas se advierten al leerlos. En primer lugar están en inglés, elogiando mi blog. Me parece ilógico que a pesar de que los textos están completamente o casi completamente en español, me elogien angloparlantes, pero bueno, les damos el beneficio de la duda. Después de eso, lo que elogian son los gráficos (inexistentes), los colores (vamos es negro), las fuentes, o que resulta útil. A esta altura es obvio que esto es una especie de spam en blogs. Finalmente vemos que al final de cada comentario, como no queriendo la cosa, aparece un link. ¿A dónde lleva? No tengo la menor idea, no pienso darles clic, pero es obvio que no me llevarán a nada constructivo.

Es un ejemplo más de lo que dieron en llamar la “ingeniería social” aplicada a esfuerzos de publicidad en los mejores casos o para dañar al usuario, para hacerle pagar su ingenuidad. Muchos de los ataques que se realizan en la internet, los fraudes, todo el spam que llega, se basan en el precepto de que la gente es ingenua, y lo es. OK, SOMOS ingenuos. En el caso particular de los comentarios, se explota la necesidad de todo administrador de blog de saber que alguien lee su espacio, y que alguien tiene opiniones al respecto, eso es ruin. También son comunes los ataques en los que se piden cuentas bancarias o passwords, y la gente los proporciona porque “parecía auténtico, y la institución que me lo pregunta nunca me haría daño”. Me hizo recordar que alguna vez me preguntaron “¿Nunca me harías daño verdad?” (no sé si me da gracia o ternura). ¿Por qué alguien me preguntaría eso, aparte de que parezco alguien no muy amigable?. Parece que necesitamos tener confianza en algo, saber que podemos confiar en algo o en alguien, sentir que no estamos solos.

Nos conducimos por la vida con la certeza, la confianza de que “algo” nos protege. Ya sea organismos reguladores que “no dejarían” que este coche no fuera confiable, que no dejarían que este medicamento fuera dañino, que esta salchicha estuviera compuesta de sobras de animal, que el celular fuera riesgoso al cerebro, que mi lap me causara esterilidad. Esto es sobre todo cierto en la cultura estadounidense donde hay millones de advertencias porque el público exige estar protegido de su propia ignorancia y estupidez (o para que no suene tan agresivo, su forma de encontrar usos creativos e insólitos a las cosas). También podemos pensar que el gobierno no permitiría x ó y cosa. O incluso aquel (o aquellos en el caso de los que creen en que tienen todo contingente trabajando en equipo) en el que la mayoría de las personas deposita su confianza: Dios. Es la forma más sencilla de sobrellevar el día a día, pensar que hay una conciencia divina que nos protege y nos cuida de la malicia que nos rodea día a día. Que las calamidades solo le ocurren a los otros, a gente ajena, gente lejana, a nosotros nunca. Claro que la definición de calamidad varía de persona a persona, hasta llegar a lo ridículo. Y ciertamente no es del todo criticable, pues hace el día a día mucho más digerible, nos libera de una cantidad infinita de preocupaciones.

Sin embargo, por más triste que suene, estamos solos!!. Y eso es algo que debemos tomar en cuenta en cada una de nuestras decisiones. Sobre todo cuando es una que está basada en la confianza que tenemos sobre “algo”. Necesariamente eso nos lleva la desconfianza. Un cierto grado de desconfianza hacia todo y todos es algo que considero sano, porque nos orilla a valorar las cosas dos veces, a revisarlas, a evitar los saltos de fe, que nos pueden traer muchos descalabros. Y por supuesto un salto de fe, de vez en cuando en general no nos hará ningún daño y nos puede traer gratas sorpresas, pero en lo posible es mejor no esperar una intervención divina y hacernos cargo. Creanme que a un ser divino no le interesa si su computadora tiene virus o si vacían sus cuentas bancarias, y sí a “eso” no le interesa, mucho menos al poder judicial, aunque digan todo lo contrario.